lunes, 19 de agosto de 2013

Cumple 12 de mi Ale

Mi adorada princesita

Es casi tan o quizás más difícil que ser una hija de doce años, ser un padre de una hija de doce años. Primero porque no hay forma de poder amar más, pero tampoco hay cómo saber si de verdad se está amando bien. Tu abuela, mi madre, a la que quisiste mucho, decía medio en broma medio en serio “tanto amó el diablo a su hijo que terminó matándolo” refiriéndose al amor que malcría, al engreimiento puro, al remordimiento tonto ante el capricho. Y es que es tan complicado descubrir el límite. Cuando un padre ama camina mucho por ese delgado borde hija mía. Pero trato princesa, trato de no equivocarme, trato de ser un buen ejemplo, trato de amarte bien. Por eso me río calladito cuando tu madre dice que eres mi adoración porque es cierto, por eso hago el balance químico entre lo amargo y lo dulce cuando las situaciones tambalean tratando de buscar ese equilibrio justo. Finalmente es porque te pareces tanto a mi cuando yo tenía tu edad, tratando de decir siempre la última palabra, aportando la ironía caústica sólo comprendida por mí, analizando siempre todo y descubriendo el significado de lo insignificante. Cuenta conmigo princesa para lo que necesites, que sin dudar menos de un instante si me tocara dar mi vida por ti, inmediatamente lo haría. Feliz cumpleaños mi niña. Se siempre feliz. Tu padre que te ama bien.

PS: Eso sí, más difícil aún y totalmente comprobado es ser madre de una hija de doce años. Tenlo siempre en cuenta.

No hay comentarios.: