Princesito

Aún no estaba convencido de que haber renunciado a mi trabajo había sido una buena decisión. Y me atrevería a afirmar que ni mi esposa, a pesar de ser ella la principal promotora para esta nueva etapa de nuestras vidas, lo estaba. Sólo mi Ale estaba segura. Y cada vez que podía lo comunicaba a los cuatro vientos, "Mi papá no va a a trabajar por que ha renunciado", feliz. Su madre, y por esta reacción es que creo que saberme sin trabajo luego de mas de diez años de casados secretamente tensaba a mi esposa, la reprochaba que no era algo como para estar muy orgullosa gritándolo a todo el mundo. Igual Ale permanecía firmemente feliz. Y esto mitigaba de alguna manera mi duda, aunque debo confesarlo, no del todo. Reconozco que mi relación con ella nunca fue muy física. A los diez días de nacida tuve que viajar a trabajar a Brasil y me perdí casi por completo su primer año de vida y sumando esto a todos los fines de semana que le negué debido al trabajo, terminaron determinando una relación un tanto distante. Por eso ese domingo que despues de mucho tiempo me senté en mi mueble a ver una película con toda la familia y que mi Ale se subió a mi pecho, terminé de convencerme. No me di cuenta pero mientras yo miraba la comedia, ella me miraba a mi. Y cuando reí por una ocurrencia de la película, ella rió más fuerte, sólo para acompañarme. La miré y la besé tiernamente en la frente. "Te amo princesita", le dije como siempre. Me abrazó fuerte. "Te amo princesito", me dijo feliz. Definitivamente había tomado la decisión correcta.